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Córdoba, República Argentina, viernes 17 de diciembre de 1999.


MISA CRIOLLA
Una fiesta de canto y color


El clima festivo que comienza a respirarse en nuestra ciudad, con motivo de la llegada del fin de año _esta vez también fin de milenio_ tomó cuerpo en una gran fiesta que tuvo como común denominador la emoción, marcada por la vuelta a los escenarios, después de 22 años, de Los Fronterizos, el legendario grupo integrado por Moreno, Isella, López y Madeo. No es casualidad que para tan importante ocasión hayan elegido Córdoba, lugar de vital importancia para el cuarteto salteño, que entre 1954 y 1977 tuvo en esta ciudad un lugar querido.
Hace casi 35 años que el pianista y compositor Ariel Ramírez, junto a los ex Fronterizos que anoche en el Estadio Córdoba, en un mega-recital organizado por la Agencia Córdoba Cultura y LV3, como parte de los festejos del cumpleaños número 15 del programa Juntos, grababan por primera vez la Misa criolla, una obra que de allí en más estaría destinada a ser un clásico, una de las composiciones más importantes y difundidas de la música popular latinoamericana, capaz de colmar un espacio que, hasta ese momento, parecía vacío.
Eduardo Madeo, Juan Carlos Moreno, César Isella y el inagotable Gerardo López, dieron vida a un gran espectáculo de color y sonido, junto a un nutrido coro _formado por alrededor de 150 voces provenientes del Grupo Coral Cantarte, Coro Municipal de Oliva "Sisi Huasi", Coro de Madres del Colegio "Monseñor Fermín Lafitte" y el Coro del Seminario de Canto del Teatro del Libertador San Martín_,además de la presencia del Cuarteto Los Andes, Facundo Ramírez y la profesora Susana López Luque, que tuvo a su cargo la dirección general.
El espectáculo fue abierto con la representación del pesebre, y la enorme concurrencia, calculada en unas 25 mil personas, colmó la tribuna techada y gran parte de las cabeceras populares del estadio Córdoba. A ambos costados del escenario se ubicaron pantallas gigantes.
Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei, momentos de la liturgia Católica Apostólica Romana, tomaron cuerpo, una vez más, a partir de ritmos folklóricos de nuestra tierra. Aires de la Puna en la primera página, el Kyrie, construido sobre ritmos de baguala y vidala, la alegría del Gloria explota en la fiesta del carnavalito y el yaraví, mientras la potencia de la chacarera trunca sirve para afirmar con convicción el Credo. La elegancia del carnaval cochabambino sostuvo el Sanctus, y el Agnus Dei final se distendió sobre los compases de un estilo pampeano, dando lugar a uno de los momentos más estremecedores de la noche.
El clima propicio para los eventos al aire libre fue marco apropiado para un encuentro que tuvo, como espectacular conclusión, los fuegos artificiales, que completaron el brillo de la fiesta.





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